domingo, 23 de mayo de 2010
CICLO C - TIEMPO DE PASCUA - DOMINGO VIII PENTECOSTÉS por el P. José Mª Doménech SDB
Cristo nos envía del Padre su Espíritu para que el Amor de Dios renueve a todo hombre y ellos formen la Comunión de salvados en al Fe
Hch. 2, 1-11: "…el día de Pentecostés, estando todos juntos en el mismo lugar, de repente se sintió venir del cielo como un fuerte viento que llenó toda la casa… Entonces se aparecieron como unas lenguas de fuego que se distribuyeron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo… Residían en Jerusalén judíos piadosos de todas las nacionalidades…: «¿No son galileos todos estos que hablan?..., pero les escuchamos proclamar las grandezas de Dios en nuestras propias lenguas natales.»"
Salmo 103: "Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra
1Cor. 12, 3b-7.12-13: "Nadie puede confesar que Jesús es el Señor si no es por un don del Espíritu Santo. Los dones que recibimos son diversos, pero uno solo es el Espíritu que los distribuye… Las manifestaciones del Espíritu distribuidas a cada uno son un bien para todos… Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuer-po…"
Jn. 20, 19-23: "…los discípulos estaban en casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró, se puso en medio de ellos y les dijo: «La Paz sea con Uds…. Como el Padre me ha enviado, yo los envío» Entonces sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes no perdonen, quedarán sin perdón»".
Dios llamó al Pueblo elegido para que todos los pueblos conocieran a Dios de verdad. Lo ha hecho también con nosotros. El soplo de Dios nos recrea para llenarnos de sus dones a fin que el mundo conozca las maravillas de Dios. Éstas transforman a las personas desde dentro.
El don del Espíritu es esencial para asumir el Amor Salvador de Dios. No basta co-nocerlo con la inteligencia. El don del Espíritu supone apertura del corazón, disponibilidad in-terior, voluntad de conversión desde el fondo del propio ser, porque Dios jamás impone nada.
La unidad, tanto del propio interior, como la de pueblo, es una real conquista garanti-zada por la docilidad interior de los interesados a la constante obra de Dios. Quien quisiera im-ponerla la alejaría cada día más. Las personas son como Dios y merecen respeto y veneración.
El Espíritu de Dios es fuente de unidad, porque es la sustancia de la Comunión Trini-taria. Nos ha sido dado para hacer de la Iglesia la fuerza vital, luz y sal de la Humanidad, an-siosa de vida, paz y justicia para la dignidad de personas y pueblos, como Dios quiere.
Todos los pueblos son destinatarios de la Salvación, sellada y hecha patente por el Espíritu
Nadie queda excluido de la Salvación. Cristo, según el Plan del Padre, la consiguió y el Espíritu, enviado por el Padre y el Hijo, la selló con su aliento renovador y su fuego purificador a favor de todos los pueblos, por eso todos entendían el mensaje de Vida y Salvación.
La presencia del Espíritu todo lo llena. Quien de verdad lo desea y lo espera, ciertamente lo recibe. Él nos lleva a la unidad según estemos abiertos y dispuestos a construirla con Él.
El símbolo de las lenguas, que corrige Babel, habla de la humildad ante el don de Dios.
Para eso Él nos da sus does, a cada uno lo suyo, para el bien de toda la Comunidad
Los dones del Espíritu: Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios, nos hablan de la apertura necesaria al que todo lo da para la unidad de todos. Con la Resurrección estamos todos llamados a ser Cuerpo de Cristo con la vida de su Espíritu.
El Espíritu es uno solo para que todos lo vivamos todo ante todo para el bien de todos.
La diversidad es riqueza a beneficio de la Comunidad. Somos y vivimos para los demás.
Cuando el Espíritu viene y nos recrea, deja su marca y ésta se muestra en la Paz y el Perdón
La Resurrección nos llama a vivir como resucitados, para eso Jesús nos da su Espíritu.
El Espíritu nos da su Paz, fruto de la ciencia y entendimiento de la Sabiduría de Dios que nos permite escuchar y comunicar su Palabra como Consejo de vida para la vida en Dios.
Por el Espíritu vivimos el Perdón, expresión de Amor del Dios que salva y renueva.
Pidamos a María vivir con fortaleza la delicadeza de tratar de no ofender jamás a Dios.
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