Según una tablilla colocada antiguamente al lado del icono con un resumen histórico de la imagen, la cuna de este cuadro fue en la Isla de Creta, en el Mar Egeo. Un mercader sustrae el icono de una iglesia, lo esconde entre su equipaje y se embarca rumbo a otras tierras. Durante la travesía sobreviene una gran tempestad y los pasajeros se encomiendan a Dios y a la Virgen. La leyenda cuenta que el mar recuperó su calma y el pasajero arribó a puerto seguro.
Poco después el mercader llega a Roma con el cuadro y, tras algunas resistencias de la familia, el icono pasa a ocupar un lugar preferente en la Iglesia de San Mateo, regentada por los PP. Agustinos.
En febrero de 1798, con la invasión de Napoleón, sus tropas se apoderan de Italia y en Roma demuelen más de treinta iglesias de la ciudad, entre ellas la vieja San Mateo. Los religiosos Agustinos salvan el cuadro milagroso y se lo llevan consigo. El icono entra en fase de olvido por más de 88 años.
En 1855 los Redentoristas compran unos terrenos al lado de la Vía Merulana y muy cerca de Santa María la Mayor. Se llamaba Villa Caserta y en su interior algún día estuvo edificada la iglesia de San Mateo. A través del P. Miguel Marchi se descubre el paradero del icono de María. Los hijos de San Alfonso María de Ligorio, el gran cantor de las Glorias de María, solicitan al Santo Padre la concesión del Perpetuo Socorro. Entre el 11 de diciembre de 1865, y el 19 de enero de 1866 la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro regresa a la iglesia de San Alfonso, en el mismo emplazamiento donde había estado tres siglos.
Restaurada, ocupa el centro de la Iglesia de San Alfonso y su devoción e influencia se extiende a los cinco continentes. Centenares de miles de iconos de Perpetuo Socorro se esparcen por las iglesias, casas y carreteras del mundo. Sus mejores propagadores son los misioneros y las misiones populares, entre ellos los la congregación de los misioneros redentoristas. Con ellos María llegará a todas partes abriendo caminos al Redentor. Ella es la primera misionera. Así se cumple aquella frase de Pío IX a los Redentoristas en la audiencia al Superior General P. Maurón en 11 de diciembre de 1865: "Dadla a conocer a todo el mundo".
La Virgen del Perpetuo Socorro es hoy ciudadana del mundo. Existen muchos institutos religiosos acogidos a la Madre del Perpetuo Socorro. Grandes santuarios la celebran permanentemente con un constante fluir de peregrinos, en diferentes partes del mundo. Catedrales, parroquias e iglesias la tienen por titular.
Haití la declara patrona de la nación. Igualmente diversas instituciones sanitarias. Numerosas editoriales, libros, revistas, emisoras de radio mantienen y propagan su devoción. Es una advocación mariana entrañable y sugerente. María es siempre, ayer, hoy y mañana Perpetuo Socorro.
La historia de la devoción de la Virgen del Perpetuo Socorro en Piura, comenzó desde la llegada de los Misioneros Redentoristas. En cada una de sus misiones por los pueblos del departamento de Piura y otros lugares lejanos se quedaba la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro, que iba robando los corazones de los cristianos. Los Padres Redentoristas franceses organizaron la devoción con la Novena la solemne procesión que hasta hoy en día continúa con esta tradición.
El año 1907 entonces Piura tenía 100,000 habitantes y era atendida por una sola parroquia, la catedral, llamada por entonces la Iglesia matriz. Los superiores de Francia y Lima vieron que era un buen lugar para una nueva fundación en el Perú que hiciera de puente entre Lima y el Ecuador. La falta de personal de sacerdotes para la naciente obra se vio satisfecha por un triste acontecimiento en Ecuador. La noche del 3 de julio de 1905 fueron expulsados del convento de Riobamba 6 sacerdotes Redentoristas en venganza política de los gobernantes de turno. Luego de una gran odisea llegan al Callao, siendo recibidos gratamente acogidos superiores.
Con el primer aniversario de la llegada de los Redentoristas y de la Virgen, los misioneros celebraron la novena la misma que terminó a finales del mes de junio. Durante nueve días hubo un grupo regular personas que se iba identificando con el espíritu misioneros de aquellos padres franceses. El día central fue el 27 de junio y resultó una fiesta sencilla con una pequeña procesión alrededor de la manzana. Para junio de 1909, la concurrencia fue mucho más numerosa y año tras año ha ido creciendo la devoción. En 1957 la novena era ya todo un acontecimiento. En la década de los sesenta y setenta llegó hacer una verdadera explosión de fiesta popular, desde esa época ya se realizaba hasta ocho novenas por día.
Desde hace mas treinta años, el temario de la novena ha sido monográfico y se han tomado temas importantes para la vivencia de la vida cristiana, como son el matrimonio, la familia, la paternidad responsable, el aborto, la bioética, la violencia, el amor, la reconciliación, los sacramentos, la iglesia y la Eucaristía. El objetivo ha sido siempre vivir en estado de gracia y fomentar la devoción a la Santísima Virgen del Perpetuo Socorro.
Francisco Rosas Castillo