Reflexión dominical 26.09.10
Al contemplar
Quien ha visto la película sabe que en esa misma sala se condenó al gran mártir inglés por defender prácticamente lo mismo que ha defendido Benedicto XVI (el mismo Papa hizo expresamente alusión a la sentencia que se dio allí).
Los famosos Lores que entonces gritaron muerte, ahora aplaudieron como pocas veces – pienso yo – y su aplauso fue unánime.
Para mí, aquello era una de las grandes maravillas que sabe hacer Dios: justificar a sus santos condenados injustamente.
Y es que un mensaje claro cabalga sobre un corazón grande.
Ese fue, precisamente, el lema del Papa en Inglaterra, tomado del cardenal John Henry Newman: “El corazón habla al corazón”.
Y el Santo Padre lo ha hecho desde esos ojos inquietos que lo contemplan todo con amor.
Su porte sereno y los ojos siempre abiertos a todos y a todo, con el respaldo de su gran corazón, ciertamente impresionan y cautivan. Ojos firmes y felices.
Dios le permitió cosechar porque, estoy seguro, de que este viaje dará mucho fruto.
Benedicto XVI ha tenido que volver cansado. Sus diecisiete discursos (tres más de lo programado) y su edad lo justifican.
Sin embargo, hemos podido contemplar su lucidez y valentía para repetir, como siempre, que la fe y la razón caminan unidas. Son inseparables.
Sus declaraciones a los periodistas en el avión que lo llevó desde Roma, hablaban de su seguridad en el mensaje que llevaba.
Cuando le preguntaron si tenía algún temor ante este difícil, viaje contestó con toda sencillez:
"Debo decir que no estoy preocupado, ya que cuando estuve en Francia se dijo que era el país más anticlerical, con fuertes corrientes anticlericales y con un mínimo número de fieles; cuando fui a
Naturalmente, Gran Bretaña tiene su propia historia de anticatolicismo, esto es evidente, pero es también un país con una gran historia de tolerancia. Estoy seguro de que, por una parte, habrá una acogida positiva de los católicos y de los creyentes, atención de cuantos buscan cómo ir adelante en este tiempo nuestro, y respeto y tolerancia recíproca donde hay un anticatolicismo. Voy adelante con gran valentía y con alegría".
Así fue, en efecto.
La claridad de los mensajes y sus ojos que escuchan, se ganó a los ancianos hablando de su propia experiencia sobre los límites que trae consigo la edad.
A los jóvenes les habló de su experiencia juvenil y les dejó un mensaje valiente, apropiado para su juventud.
Con el arzobispo de Canterbury demostró que los dos están muy lejos del cisma que aparentemente los separa. Sólo se podía advertir cercanía, amor y fidelidad en Cristo.
Las palabras del Arzobispo son impresionantes y para meditarlas:
“Lo único que no es santo es lo que nos separa”.
Impresionó su equilibrio al hablar a
Pero donde apareció Benedicto XVI hablando con toda libertad y cercanía fue, sin duda, en los momentos dedicados a los católicos que son menos de cuatro millones frente a los otros cincuenta y cinco millones de habitantes del Reino Unido.
Su mensaje a los estudiantes de las escuelas católicas es para que lo meditemos todos: Una bellísima lección de cómo poder unir la fidelidad a la fe y la tolerancia, con los demás en los centros de enseñanza.
En la beatificación del Cardenal y en la vigilia que le precedió fueron bellas las enseñanzas y oportunas las aplicaciones que necesitaba su público.
Creo que una de las grandes lecciones que hay que anotar es la capacidad que ha tenido en su viaje para descubrir lo positivo, es decir, lo que nos une, y dejar de lado todo lo que puede traer amargura o distanciamiento.
Con esto cumplía una de las exigencias que Juan Pablo II pide a
Termino recogiendo algunas de las palabras con las que ha hecho el balance del viaje del Papa al Reino Unido, Monseñor Andrew Summersgill, quien coordinó toda la visita:
El Papa “ha sido para todos nosotros como un padre.
En todos los lugares ha hablado de la importancia de la razón y la fe: a la sociedad civil le ha hablado de la función de la religión en la vida pública, durante las liturgias nos ha enseñado la fe y con los jóvenes y con los ancianos ha mostrado su fe…
El Papa ha hablado al corazón, pero sobre todo ha hablado desde el corazón…
El Papa se ha dado a nosotros desde su corazón y esto en sus palabras y en sus comportamientos”.
Terminaba diciendo que todos los que han estado presentes en estos encuentros “sienten el deber de hacer lo que el Papa les ha dicho”.
Todo esto sólo es posible cuando se tienen unos ojos que escuchan y aman.