domingo, 20 de marzo de 2011

Oración por Japon


ESTA ORACION CIRCULÓ DURANTE EL TERREMOTO DE CHILE Y ME PARECE
EXTRAORDINARIAMENTE PIADOSA. POR FAVOR, REPÍTANLA POR TODOS LOS
AFECTADOS DE JAPÓN Y DIFÚNDANLA ENTRE LOS TUYOS

¡¡¡ Señor, quiero decirte GRACIAS, porque hoy me desperté y sabía dónde estaban mis seres queridos. Porque esta mañana mi casa estaba en pie, porque esta mañana no estoy llorando a mis hijos, mi esposo, mis padres, mi hermano o hermana que necesitan ser rescatados debajo de una pila de concreto, porque esta mañana pude tomar un vaso de agua, porque esta mañana no estoy planificando un funeral, y ante todo te agradezco Señor que todavía estoy vivo y tengo voz para rezar por la gente de JAPON.

Señor, te ruego a ti, el único que hace posible lo imposible, el único que transforma la oscuridad en luz, te ruego que les des fuerza a esas madres que están sufriendo; que les des la paz que supera cualquier entendimiento; que abras las calles para que la ayuda llegue; que proveas doctores, enfermeras, comida, agua y todo lo que ellos necesiten.

Para los que perdieron a sus familias, dales paz, esperanza y coraje para seguir adelante. Protege a los niños con tu poder. Te lo ruego en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Amén !!!

Por favor, sigue pasando esta oración para que todos recemos juntos por la gente de JAPON. Nadie está libre de una catástrofe igual

domingo, 13 de marzo de 2011

EL DOMINGO DE LAS TENTACIONES

Reflexión dominical 13.03.11

EL DOMINGO DE LAS TENTACIONES

“Jesucristo… al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado.

De este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta pascua, podremos pasar un día a la pascua que no se acaba”.

Son palabras del prefacio que centran el tema fundamental de la celebración del primer domingo de cuaresma.

En este día comienza la gran preparación con que la liturgia nos invita a celebrar la pascua de Jesús; es decir, su pasión, muerte y resurrección.

Esta pascua de la muerte y resurrección de Jesús es la prueba más grande del amor y la vamos a ir preparando durante cuarenta días. De la profundidad que pongamos en la cuaresma dependerá la alegría pascual que pronto celebraremos.

La primera lectura nos presenta la tentación del Edén. Evidentemente que no fue la manzana la que nos trajo a todos la condena sino la rebeldía contra el Creador:

“Seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal”.

Eva cayó, también Adán y también hoy multitud de personas caen en la misma tentación del diablo, que es el orgullo de querer suplantar a Dios.

Muchas veces a lo largo de la historia podemos observar cómo, de repente, cambian las cosas, las situaciones y la sociedad misma.

De padres muy santos y fieles a Dios, con frecuencia vienen hijos rebeldes y de una sociedad cristiana brota otra atea.

Por eso, a lo largo de la historia, se repiten las cosas. Es el fruto de la libertad humana que es impredecible.

Es evidente que la responsabilidad de los primeros padres fue mayor que la de cualquier otro ser humano y por eso todos venimos al mundo cargando el pecado de origen.

Sin embargo, la misericordia de Dios ha sido mayor que todos nuestros pecados.

Al entregarnos a su Hijo brotó la salvación para todo el que la quiera aprovechar.

Nos lo dice hoy San Pablo con estas palabras:

“Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuánto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación.

En resumen, si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida de todos”.

Así es la misericordia de Dios “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”.

Si Jesús nos ha abierto las puertas del perdón y la gracia, es justo que evitemos el pecado. Si a nuestra manera hemos pretendido ser dioses (¡qué ridículos nos ponemos) podemos arrepentirnos y recuperar la vida divina. Si hemos ofendido y sido rebeldes a Dios, debemos volver a Él.

A esto nos invita el salmo responsorial de hoy:

“¡Misericordia, Señor, hemos pecado!”

Y con el profeta David, arrepentido después de haber matado a Urías para casarse con Betsabé, su mujer, repetimos el salmo 50, que es el salmo de todos los penitentes.

El Evangelio de hoy, por su parte, nos cuenta las tentaciones de Jesús en el desierto. Jesús permanece allí cuarenta días y cuarenta noches. Lógicamente, al final, tiene hambre y el diablo aprovecha la oportunidad.

Jesús sufre la tentación. Él es Dios. Él no puede pecar, pero nos da una gran lección a nosotros que sí somos tentados y sí podemos pecar.

En la tentación la astucia de Satanás emplea las palabras de la Biblia para hacer caer a Jesús.

Leámoslas con detención y saquemos unas conclusiones sobre la tentación:

* La tentación no es pecado, más aún si se supera purifica a la persona.

* A las palabras bíblicas, mal interpretada por el diablo, el padre de la mentira, Jesús contesta con otras palabras de la Biblia en su verdadero sentido.

* Jesús no nos enseñó a pedir que no seamos tentados en su bellísima oración, sino a pedir “no nos dejes caer en la tentación”, porque la tentación es necesaria para el crecimiento:

“Porque eras acepto a Dios era necesario que la tentación te probara”.

Y como dice Santiago “feliz el hombre que soporta la tentación. Superada la prueba recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman”.

Es bueno también que tengamos en cuenta la explicación de Santiago que enseña: Dios no tienta ni es tentado por nadie; más bien uno mismo es tentado por sus propias pasiones.

José Ignacio Alemany Grau, Obispo

martes, 8 de marzo de 2011

Feliz día de la mujer


Para ti Mujer

¿Qué hay de malo, en querer cuidar a una mujer, si ella te cuida a ti? Las mujeres tienen fuerzas y capacidades que asombran a los hombres.

Ellas, se encargan de los niños, pueden sobrellevar penas y situaciones muy “pesadas”, sin embargo tienen espacio para la felicidad, el amor y la alegría.

Ellas sonríen cuando quieren gritar, cantan cuando quieren llorar, lloran cuando están contentas y ríen cuando están nerviosas. Pero al mismo tiempo que tienen toda esa fortaleza interior, son capaces de esperar impacientes una llamada de teléfono de su esposo o de sus hijos, sólo para oír sus voces y saber que llegaron sanos.

Las mujeres tienen cualidades especiales, por eso siempre se ofrecen para buenas causas. Son voluntarias en hospitales, llevan comida a los necesitados, trabajan como niñeras, amas de casa, abogadas y solucionan problemas entre niños y vecinos. Además se adaptan a lo que sea necesario, por eso usan trajes, vaqueros, uniformes y minifaldas.

Las mujeres recorren largos caminos para conseguir la mejor escuela para sus hijos y la mejor atención para la salud de su familia.

Ellas no aceptan un "no" como respuesta cuando están convencidas que hay una solución. Saben perdonar.

Son extremadamente sensibles e intuitivas y los hombres no acaban de entender por qué ríen o lloran ante un nacimiento o un matrimonio. Sin embargo hay más, esa sensibilidad e intuición también les permite saber que un abrazo, un beso y decir te amo en el momento oportuno, puede sanar un corazón roto.

Una mujer puede lograr que una mañana, una tarde o una noche romántica sean inolvidables. Las mujeres vienen en todos los tamaños, colores y formas; viven en casas, palacios o cabañas. Ellas corren, caminan, pueden usar un automóvil tanto como una computadora.

Las mujeres tienen mucho qué decir y mucho para dar. El corazón de las mujeres hace girar el mundo. Y a cambio, todo lo que ellas esperan es un abrazo, un beso o una caricia.

El amor que ella entrega apasionada e inocentemente al hombre a quien ama, es el mismo que le impulsa a cuidar a su amado cuando está enfermo o simplemente prepararle una taza de té en las frías noches de invierno.

La belleza de una mujer no está en la ropa que lleva, en su figura o en la forma en que se peina. Si quieres descubrirla, tendrás que mirarla a los ojos, que es la puerta de su corazón, donde reside la esencia de su alma. La belleza de una mujer aumenta con el paso de los años.

Comparte este mensaje con tus amigos, para que sepan reconocer una verdadera mujer cuando toque a su puerta y no la dejen ir.

José Luis Prieto

domingo, 6 de marzo de 2011

Reflexión dominical 06.03.11

Reflexión dominical 06.03.11

EL SEÑOR ES MI ROCA

Hoy la liturgia te propone escoger entre varias posibilidades.

No debes olvidar que eres libre. La libertad es el gran regalo que Dios nos ha hecho y Él es el primero en respetarlo.

¡Dios nos quiere libres!

La lectura primera nos hace esta propuesta:

“Mirad, hoy os pongo delante bendición y maldición; la bendición si escucháis los preceptos del Señor… la maldición si no escucháis los preceptos del Señor”.

A primera vista, ya se supone qué vas a escoger, la bendición.

Pero si todo tiene un precio, el precio de la bendición que Dios propone es “acoger los mandamientos y decretos que yo os promulgo hoy”.

(Fíjate en el “hoy” bíblico que es muy importante. Quiere decir que el valor de la Palabra de Dios es permanente)

Para evitar que el pueblo escogido olvidase los preceptos de Dios les pide que metan “estas palabras mías en el corazón y en el alma” y no solamente en el interior, sino que pide también “atarlas a la muñeca como un signo y ponerlas de señal en vuestra frente”.

Esto dio origen a las famosas filacterias que son unas cajitas amarradas con correas que, también hoy, llevan muchos judíos amarradas al brazo y a la frente. En esas cajitas van escritas las palabras del Deuteronomio.

Pero el Antiguo Testamento se hace nuevo con Cristo y la ley cambia.

La nueva ley de Cristo que llamamos la “nueva alianza”, cambia los ritos y cambia la esencia. En adelante Dios ya no exigirá las obras de la ley ni los sacrificios prescritos sino que pedirá mantenerse en la gracia divina que nos da la fe.

Quede claro que Pablo, en la carta a los Romanos que leemos hoy, no dice que la fe sin obras sea suficiente, como afirman muchas sectas. Lo que nos salva es la fe en Cristo y por consiguiente no hace falta cumplir la ley del Antiguo Testamento.

Pero, en ningún momento afirma San Pablo que la fe sin obras sea suficiente.

Para Pablo el amor precisamente es el que cubre la muchedumbre de los pecados. Y muchas veces nos dirá, de una u otra forma, “con nadie tengan otra deuda que la del mutuo amor” e insistirá en las obras buenas que debemos hacer.

En la revelación lo importante es siempre el monoteísmo. Hay un solo Dios que se fue revelando poco a poco a través de la historia.

En el Antiguo Testamento, lo mismo que en el Nuevo, Dios es siempre el único Señor y el primero en todo. Los nombres con que se le invoca indican su grandeza y que la fe en Él es lo más importante de todo.

“El Señor es la roca de mi refugio”.

Dios es nuestra riqueza y seguridad.

El salmo responsorial lo compara con un castillo (baluarte) protector porque reconocemos que en Dios está nuestra salvación.

Por eso, pasando al Evangelio, leemos que cada uno construye su casa dónde y como quiere. Pero nos advierte que lo prudente es construir sobre esa roca que es el mismo Dios.

Si lo hacemos así, cuando vengan los embates de las tentaciones y las pasiones fuertes, figurados en las lluvias, vientos y ríos salidos de cauce y toda clase de enemigos, seguiremos felices y firmes porque Dios siempre es más fuerte.

Hay otra imagen que viene hoy a aclarar nuestra reflexión dominical y que un dicho popular expresa así: “Prender una vela a Dios y otra al diablo”.

Esta actitud no va con nuestro buen Dios. Es Jesús mismo el que nos advierte que no basta hacer oraciones para cumplir o dar una limosna en la parroquia y pensar “ya cumplí, ahora a divertirme, a despilfarrar y a pecar”.

Estas son las palabras de Jesús: “Aquel día muchos dirán, Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”.

La actitud de Cristo es dura y el rechazo es total: “Yo entonces les declararé: nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados”.

Acoger la Palabra de Dios, llevarla en el corazón y ponerla en práctica es la enseñanza de este domingo.

Cuando Dios esté de verdad en nuestro corazón, llevaremos a los hombres de la mano.

José Ignacio Alemany Grau, Obispo

Ángeles se manifiestan en plena Misa en Tungasuca Carabayllo Lima Perú