Una de las características de los Franciscanos, de ayer, de hoy y de siempre es su saludo de Paz y Bien, que es como una expresión de su espíritu de fraternidad, de humildad, de pobreza, de minoridad, de apego estricto al Evangelio. Una vez integrado a la Orden Franciscana, San Antonio, deja su fino hábito blanco de Agustino para vestir el tosco sayal gris, que identifica al franciscano, se quita sus zapatos y se ajusta las sandalias y con gran humildad va adaptándose a una vida de mucho sacrificio y pobreza. Marcada por un sencillo Paz y Bien comienza su camino pidiendo caridad, algo ilógico para la gente de ese entonces acostumbrados a ver a los religiosos viviendo en sus conventos, entregados a la contemplación, a la meditación y a la oración. Por lo tanto ver a frailes pidiendo caridad era algo que muchas veces motivaba rechazo. Paz y bien para quien le cierra la puerta de su hogar, paz y bien para quienes le ofenden con insultos. Paz y bien que es un saludo y un deseo ardiente de trasmitir tranquilidad, serenidad, de hacer conocer el amor de cristo por la humanidad y el deseo de llevar el consuelo al que sufre y llora, la esperanza al que la ha perdido, el amor a quien solo recibe odio, el consuelo a los afligidos y a los marginados. Paz y bien que representa la minoridad de un hombre con gran fortaleza espiritual, que no se dejó vencer por sus limitaciones físicas. Paz y bien para un gran contemplativo que ha dedicado su vida a la búsqueda de Dios, casi un estático eremita, tendencia por lo demás muy fuerte en la historia primitiva de la orden. Paz y bien para un evangelizador ardoroso y decidido, predicador incansable de la palabra de Dios. Paz y bien para un hombre profunda y radicalmente libre: ni Agustín, ni Francisco condicionan su camino espiritual. Antonio es el hombre de la búsqueda libre y personal de Dios. Paz y bien para el hermano que crea la comunidad con los suyos y con el pueblo, ni una palabra de los problemas del monasterio de Coimbra, de las tensiones internas de la Orden, de los pecados de la Iglesia y del clero. Paz y bien par quien en su entorno suscita devoción, cálida ternura, limpia y efusiva piedad, oración confiada, expectativa creadora. Paz y bien par un hermano franciscano que no tiene nada de portentoso, ni espectacular, que permanece al margen de toda las realidades caducas, tanto de la política como de la Iglesia y de la Orden. A pesar de los años transcurridos Hoy en día en que el mundo está convulsionado por el odio y la violencia el saludo franciscano de paz y bien es como un deseo contenido de fe y esperanza por un mundo mas mejor.
Francisco Rosas Castillo
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