sábado, 31 de octubre de 2009
Razones para no celebrar Halloween
1. No es una actividad cristiana. Ninguna iglesia de denominación cristiana celebra esta fecha. Ni católicos, ni evangélicos, celebramos y nunca celebraremos una noche dedicada a la exaltación de la brujería en ninguna de sus formas.
2. Va contra las enseñanzas de Jesús. Jesús está en contra de la brujería en todas sus formas: espiritismo, hechicería, adivinación, lectura de cartas, horóscopos, astrología y tantas máscaras con que se encubre la maldad. Estas han sido declaradas enemigas de la Palabra de Dios desde tiempos muy remotos y van contra todas las enseñanzas de nuestro Señor, quien dice claramente que "el que no está conmigo está contra mí". Hay innumerables referencias bíblicas donde se condena el uso de todas estas clases de mal.
3. No es una tradición autóctona. Como ocurre siempre que se importan actos culturales diferentes a los nuestros, el verdadero significado queda relegado a una simple imitación. Jamás se ha celebrado como parte de nuestra cultura e idiosincrasia una noche dedicada a las brujas.
4. Sirve para rendir culto a Satanás. Aunque en apariencia es una actividad recreativa y muy llamativa, sobre todo para los niños, su verdadero significado sigue oculto a nuestros ojos. En muchos países, incluyendo el nuestro, los grupos satánicos usan esa noche para un "culto" especial dedicado a Satanás y en muchos países alrededor del mundo, se hacen sacrificios humanos, sobre todo de niños que han sido secuestrados de sus hogares y que son ofrecidos como víctimas inocentes en una noche de lujuria, drogas, alcohol y toda clase de desenfrenos, en las llamadas "misas negras".
5. Se opone al primer mandamiento. Este tipo de actividades, ni exalta el nombre de Jesús, ni tiene nada que ver con su Padre Celestial y mucho menos con el Santo Espíritu del Dios Altísimo. Por lo tanto, va en contraposición al primer mandamiento de amar a Dios con toda nuestra alma, nuestra mente, nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, en fin con todo nuestro ser.
6. Participar es olvidarse de Dios. Participar quiere decir "ser parte de": si usted participa está siendo parte de esta tremenda responsabilidad espiritual: No sólo se está alejando u olvidando de la adoración al Dios Eterno e Inmortal, sino que está siendo parte de una actividad que glorifica a las brujas y a su padre Satanás.
7. Contamina y esclaviza a nuestros niños. No hay magia blanca y magia negra buena, no hay brujas buenas y brujas malas. Toda la actividad demoníaca se disfraza y se oculta para ganar adeptos y así muchas veces "vestimos" a nuestros niñitos como "brujitas" y "diablitos". Jesús dijo: "Dejad que los niños vengan a mí y NO SE LO IMPIDÁIS, porque de los tales es el Reino de los Cielos". ¿Llevaría usted a sus niños disfrazados ante Jesús y los podría presentar libremente y con su conciencia tranquila? Jesús necesita a sus niños libres de toda clase de máscaras y limpios de toda contaminación.
El 31 de octubre tú puedes hacer la diferencia en la vida de otra persona. Para que esto suceda, tú tienes la última palabra.
"Sepan discernir lo que le agrada al Señor. Y no tomen parte en las obras estériles de las tinieblas; al contrario denúncielas" Efesios 5:10-11
martes, 6 de octubre de 2009
LA FE
En primer lugar digamos que el amor a Dios engendra la fe. La fe es la confianza total, plena, absoluta en Dios. Tener fe es creer que Dios está con nosotros en las buenas y en las malas: cuando estamos en gracia, cuando estamos tentados, cuando estamos pensando y cuando hemos pecado.
Tener fe es creer que Dios nunca se aparta de nosotros y que él siempre está a nuestro lado para alentarnos en nuestras luchas y para levantarnos en nuestras caídas.
Tener fe es creer que estamos en las manos de Dios y que Él nunca nos va a dejar caer de sus benditas manos; y si alguna vez caemos Él extenderá su brazo grande y poderoso para sacarnos del abismo en el que nos encontremos.
Para los cristianos tener fe es creer en Jesucristo. Es decir creer que Dios ha hecho palpable su amor en Jesús de Nazareth y que solo nos salvaremos si creemos en Él y lo amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y toda nuestra mente. El núcleo de la fe cristiana es el Kerigma: creer en Jesús muerto y resucitado por nuestra salvación.
Dice Jesús que la fe tiene una fuerza impresionante y que es capaz de mover montañas (Mt.17,20). Es evidente que esta afirmación del señor es una metáfora. Por tanto, no se puede entenderla literalmente, como aquella señora que leyendo la Biblia se encontró con este texto y entonces dijo : “vamos a ver si es cierto”. Al anochecer abrió su ventana y le ordenó a una enorme montaña que estaba frente a su casa: “quiero que te muevas un poco más a la izquierda”. Inmediatamente cerró su ventana y se fue a dormir. Al día siguiente se levantó y lo primero que hizo fue acudir a ver que había sucedido con la montaña. Al abrir su ventana se dio con la ingrata sorpresa que la montaña seguía en su mismo lugar, firme y majestuosa. Entonces la mujer exclamó: “Ya sabía que eso no iba a suceder”.
Ya hemos dicho que este texto no podemos entenderlo literalmente, sino de un modo figurado. Con estas palabras el Señor quiere decir que la fe es capaz de transformar los corazones que a veces son tan pesados como las montañas. Por eso, en el antiguo testamento, Dios promete cambiar el corazón de piedra por un corazón de carne. (Ez.36,26)
Pero si nuestra fe no es tan grande, como para mover montañas no debemos preocuparnos. Lo importante es que tengamos fe, aunque sea tan pequeñita como el gramo de mostaza. Eso lo dice Jesús en el texto antes citado: “Si tuvieras fe aunque sea como un grano de mostaza”. Por tanto, aunque nuestra fe sea tan pequeñita como el grano de mostaza estamos seguros que puede germinar , crecer y dar frutos abundantes. Para ello tenemos que orar como los discípulos diciéndole al Señor: “Auméntanos la fe” (Mt.17,5; o como aquél hombre del evangelio que imploró : “Creo, Señor, pero auméntame la fe”(Mc. 9,24)
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